- marzo 9, 2020
El corte Bob: historia de un símbolo feminista

Jamás pensaron aquellas enfermeras de la Primera Guerra Mundial que estaban introduciendo una moda que se mantiene vigente desde hace más de un siglo. Por razones de higiene y comodidad, estas mujeres se cortaban el pelo hasta la altura de la mandíbula, con una terminación recta. Es el peinado comúnmente llamado ‘3/4’, porque representa a las tres cuartas partes de lo que se considera un cabello largo. La historia apodó este corte como ‘Bob’. Ya en el siglo en XXI no es nada fuera de lo normal. Pero, a lo largo de los años, fue símbolo de rebeldía e independencia femeninas. ¿Qué hay detrás del corte de pelo más popular?
En el siglo XV, la francesa Juana de Arco expuso ante el mundo el corte Bob, aún no bautizado como tal. Lejos de ser una cuestión de moda, la pionera feminista utilizó el peinado en una versión extremadamente corta −por encima de las orejas− por practicidad: así era más fácil ocultarle al ejército que era mujer durante la Guerra de los 100 años entre Francia e Inglaterra.
A principios del siglo XX, un reconocido peluquero francés de la época llamado Antoine tomó como referencia a Juana de Arco para difundir el corte entre sus clientas hasta convertirlo en hit. A mediados del siglo, referentes de la moda como Coco Chanel se apropiaron del peinado –la extensión que usaba la diseñadora llegaba hasta el mentón– y lo convirtieron en símbolo de rebeldía en contrapunto con el pelo largo, que era sinónimo de elegancia y feminidad.
Cruzando el Atlántico, el corte se volvió tendencia en Estados Unidos en 1915 aproximadamente, cuando la bailarina y actriz de cine Irene Castle se mostró con este peinado apenas por debajo de las orejas; en este caso, el Bob se asociaba con el refinamiento.
Fue en los años 20 cuando el Bob se hizo viral. Fueron las cabezas de las “flappers” las que masificaron esta moda como emblema de la independencia femenina. Las flappers eras mujeres rebeldes, jóvenes de clase media que rompían con los estándares: bebían, fumaban, eran modernas, guardaron el corsé y sacaron los vestidos sueltos y cortos, se maquillaban, se mostraban sexuales, conducían, y asistían a clubes de jazz y shows de vaudeville. Actuaban, básicamente, como la mayoría de los hombres de la época, y el pelo corto era casi andrógino.
Un dato de color: se estima que Colleen Moore fue la primera mujer en aparecer en cine con este corte; la película fue Flaming Youth, estrenada en 1923, y el pelo lucía planchado y llegaba hasta los pómulos. En su momento, la actriz afirmó que buscaba algo juvenil, básico e inocente.
El Bob atravesó un recorrido de varias versiones, con distintos largos, ondulado o lacio, pero siempre se mantuvo en boga: en los años 80, se cortaba como un carré hasta el mentón, con terminado redondo y bucles voluminosos. En los 90, se hizo más informal y se desmechaba en las puntas. En los 2000, se empezó a dejar más corto en la nuca para enmarcar el rostro con los mechones más largos. Cualquiera sea la versión, el peinado sigue siendo el más popular en la industria de la moda. Y tiene sentido: representación del empoderamiento de la mujer, surfea actualmente la cuarta ola feminista.