- febrero 11, 2021
Cuando los dentistas eran barberos
Quizás el miedo popular a ir al dentista se acarrea desde la Edad Media. Durante esa época, cuando una muela molestaba se debía ir al…barbero. Sí, el barbero, el mismo que cortaba el pelo o emprolijaba la barba, era el designado de extraer un diente o blanquearlos con aguardiente (¡y también de tratar fracturas o realizar amputaciones o cirugías!). El cargo, entonces, era conocido como el de “barbero flebotomiano” o “barbero sangrador”.
Las clínicas de estos barberos-dentistas se ubicaban en la planta baja de las casas, mientras que en la planta superior vivía el resto de la familia. Cuando alguien requería un servicio odontológico, tenía que pasearse por estas casas observando detenidamente la exhibición: los barberos mostraban al público los dientes que habían extraído a lo largo de toda su carrera. Se elegía en base a la cantidad de piezas presentadas, porque las colecciones extensas eran indicio de la gran experiencia y buen pulso de esos barberos.
Recién en el siglo XV, los barberos y cirujanos fueron separados como oficios separados, pero los barberos seguían siendo los responsables de cualquier tratamiento odontológico. De hecho, quien se conoce como “el padre de la cirugía”, Ambroise Paré, se formó como cirujano-barbero a comienzos del siglo XVI.
Luego, en el 1500, se fundó el Protobarberato, la asociación que conformaban los barberos de mayor experiencia, que supervisaban a los demás barberos sangradores y los diferenciaban de los barberos comunes con un sistema de licencias.
Trescientos años más tarde, se eliminó el Protobarberato y se crearon las Reales Escuelas, las primeras células de las facultades de odontología, exclusivas para la formación de los dentistas. ¡Por suerte!