- septiembre 26, 2022
Historia del shampoo
Sí, claro que ir a la peluquería es gratificante: renovar el estilo siempre es bienvenido. Pero hay un momento destacado en que muchos y muchas coinciden que se lleva todos los premios: cuando el o la profesional te lava el pelo y masajea correctamente el cuero cabelludo. Y esa circunstancia nos remonta a la historia del shampoo. ¿Sabías que originalmente significaba «masajear»?
Resulta que en 1759, en Gran Bretaña, una persona migrante de India llamado Sake Dean Mahomed inauguró unos baños de vapor −parecidos a los baños turcos, que tienen como finalidad lavar el cuerpo y que la persona se relaje− en la ciudad de Brighton. Él los definía como “baños de champu”, porque sus clientes recibían un masaje terapéutico con aceites y lociones capilares, un servicio que en India se conoce con esa palabra. Los hindúes usaban fórmulas con henna, nuez, aloe, almendra, rosa, jazmín y otras hierbas y componentes aromáticos.
Al principio, la palabra “champu” se utilizaba para referirse al masaje en el cuero cabelludo, pero no tardó en utilizarse para también nombrar a los productos que se empleaban en el tratamiento. Los ingleses rápidamente adaptaron la palabra a su idioma y comenzaron a llamarlo “shampoo”.
Pero mucho antes que este Mahomed, en el antiguo Egipto eliminaban el sebo de la cabeza con un producto a base de jugo de limón. En la antigua Grecia incorporaron jojoba, aguas de flores y distintas hierbas a los “jabones para el pelo”.
Hoy en día, la fórmula del shampoo evolucionó tanto que hay de varios tipos: para cabello graso, seco, anticaspa, neutro, para pelo dañado, hidratante, para cabello lacio, sin sulfatos, clarificante, voluminizador, e incluso, sólidos. Desde Vanta recomendamos siempre que un o una especialista sea quien haga el diagnóstico de tipo de pelo para que aconseje el mejor shampoo según las necesidades de cada persona.