- noviembre 20, 2019
Historia de la tijera
En la ficción, El joven manos de tijera demostró que aquella herramienta puede ser tan funcional como los dedos. En el mito, de la tijera depende la vida del mortal: es una de las tres Moiras –las diosas griegas que deciden por el destino de los hombres– la que corta el hilo de la vida. Pero fuera de la fábula, si se desempolvan los archivadores de la historia, se puede asegurar que la función de este instrumento siempre fue necesaria y primordial: con piedras o conchas afiladas, los hombres de la Era del Hielo debían cortar las barbas más pobladas, que se congelaban por el vapor del agua de la respiración. Pero, ¿cómo fue que las piedras evolucionaron hasta convertirse en tijeras?
Es importante destacar que, al contrario de las máquinas de cortar pelo o de los secadores, no hay un nombre que corresponda al progenitor o progenitora del artefacto en cuestión; es un invento craneado a lo largo de varias culturas, cuyo uso fue útil en varios ámbitos: el diseño, la jardinería, la carnicería, la confección, la cirugía, el estilismo, en el escritorio, como decoración suntuaria (en el tocador de las mujeres romanas), entre otros.
El primer hito en la biografía de la tijera podría ser dentro de la Edad de Bronce: también conocidas como fortex, eran unas tijeras de hierro con muelle, en forma de “c”, que se empleaban con presión lateral para cortar pieles o cabellos. Este formato se mantuvo durante la Edad Media hasta el siglo XIV, cuando empezaron a aparecer las tijeras de plata similares a las que conocemos actualmente, con tornillo entre ambas cuchillas.
Hacia 1400, el acero sustituyó a la plata y el oro en las tijeras, aunque lejos estaban de ser domésticas; eran, más bien, joyas cargadas de pedrería y adornos. La excepción: las profesionales, las que poseían los del gremio de los pañeros o cortadores. El maestro de tijeras usualmente las cargaba en un bolsillo lateral y eran símbolo en los escudos de los gremios relacionados.
Entre el siglo XVI y XVII las tijeras españolas de Sevilla lograron ser monopolio de todas las que se exportaban a América. Eran alargadas, con las cuchillas damasquinadas y generalmente llevaban inscripciones. Se encontró un par de tijeras albaceteñas que rezaban: «Concordes las cuchillas, lo cortarán todo; pero discordes, se comerán a sí mismas. Torres, artifex. Albacete, 1612».
En el siglo XVIII las tijeras de pivotado se popularizaron gracias a la implementación de acero endurecido, pulido y fundido. En 1760, la empresa William Whiteley & Sons Ltd. fue la primera en fabricarlas masivamente. Hasta el siglo XIX todavía eran forjadas a mano, pero en el siglo XX comenzaron a ser producidas por máquinas. Ya en estas épocas los prototipos de tijeras eran muy parecidos a las actuales: Las Vanta, por ejemplo, son forjadas en acero italiano especial inoxidable que brinda una extrema calidad para el profesional. Tienen un tornillo regulable y botón silenciador para la precisión de los más exigentes.