- septiembre 16, 2021
La historia de los esmaltes
El esmalte de uñas que hoy conocemos fue inspirado en la pintura para autos. Pero para llegar a esa parte de la historia debemos remontarnos al principio: el origen de este accesorio popular no está claro, pero se encuentran rastros en hombres y mujeres del Antiguo Egipto. Allí, pintarse las uñas con henna (en tonos que iban desde naranja a marrón, según el pigmento y el tiempo que las dejaran aplicadas) era exclusivo de la clase alta.
La costumbre también llegó a la China Imperial, que incluyó cera de abeja o clara de huevo en su composición para que el esmalte durase más tiempo. Incluso, la élite de China usaba oro y plata para su fabricación.
Sin embargo, el uso del “esmalte” tuvo su debacle en la Edad Media, cuando las pestes, enfermedades y plagas obligaron a que la higiene se priorice y las uñas se mantengan cortas, limpias y despejadas para reducir riesgos.
Ahora sí, el momento clave de nuestra historia: el año 1932. La maquilladora Michelle Menard se inspiró en la tecnología introducida para pintar los autos para decorar las uñas: no quería teñirla, sino aplicar una capa sólida similar a un lacado. Mientras experimentaba, mezcló la nitrocelulosa que se utilizaba para automóviles de color con disolvente: así nació el primer prototipo de esmaltes cosméticos. La fórmula se fue mejorando con los años y se popularizó en cada rincón del mundo.
En la actualidad, el nail art es una de las tendencias que pisa más fuerte en la industria de la moda: los diseños incluyen desde glitter, strass y motivos en colores hasta microchips, piedras, caracoles u objetos cotidianos como papel aluminio a modo decorativo. El esmaltado escaló hasta distintas técnicas como el semipermanente, el kapping, las esculpidas en gel o acrílico. En el catálogo de Vanta, podés encontrar más de 35 semipermanentes, Top Coat, Base Coat, e incluso, 3 modelos de cabinas de uñas profesionales.