- noviembre 1, 2020
La historia del bigote
En el año 1903, estalló en París una huelga mejor conocida como “la protesta de los bigotes”, que se llevó a cabo por la Unión Cosmopolita de Mozos y Cocineros. Así se expresaba la asociación: “Un grupo de patronos, bolicheros de ayer, convertidos hoy en capitalistas, gracias a nuestro trabajo y sudor, han acordado rebajarnos el sueldo, y como si esto no fuera suficiente, pretenden arrancarnos el bigote, este precioso adorno que la naturaleza concedió al hombre”. Ponían de ejemplo a Buenos Aires, donde según ellos, no había “ni un mozo que trabaje sin bigotes”. Además de manifestarse, los cocineros y mozos defendieron sus bigotes (y sueldos) dejando pelos de bigote en la sopa de sus comensales hasta triunfar con su cometido: no pudieron arrebatarles el derecho de tener bigote.
La anécdota sirve como iluminador para apreciar la importancia del bigote a lo largo de la historia. La etimología de la palabra comienza cuando los españoles notaron que la corte de caballeros germánicos y flamencos que acompañaban a Carlos I en el siglo XVI siempre se tocaban los bigotes al grito de “¡Bey Gott!” (lengua germánica), que significaba “¡Viva Dios!”. El gesto corporal era entendido como un signo de arrogancia, así que el bigote estaba asociado a la soberbia.
A lo largo de los años, el bigote siempre cargó con una simbología de lo viril, incluso cuando su portadora era una mujer, como en el caso de Frida Kahlo. En India, por ejemplo, llegó a ser símbolo de lo sagrado y afeitárselo tenía una connotación de adulterio y libertinaje. Incluso, los policías indios que se dejan crecer el bigote ganan más que los que no, ya que se entiende que la virilidad del bigote les otorga más autoridad y poder, según sus creencias.
La primera representación de un hombre con bigote es la estatuilla del mayordomo Keti, que data del 2600 a.C., aproximadamente, en el Antiguo Egipto. Actualmente está expuesta en el Louvre, en Francia. Tan fuerte es la simbología del bigote que en Japón, aquellos samurái anteriores al siglo XVII que no tenían bigote eran motivo de burla y debían recurrir a unos postizos.
En la cultura occidental, el bigote fue tendencia por algunos años y poco trendy por otros. Después de las guerras mundiales, la moda fue el rasurado, pero en los años 60 los bigotes fueron reivindicados por los hippies como símbolo de protesta contra el sistema. En los 80, por ejemplo, los adolescentes lo usaban como evidencia de que ya no eran niños. Significaba dejar atrás la niñez.
Para citar casos más modernos, podemos destacar el movimiento “Movember” (contracción de los términos del inglés Moustache (bigote) y November (noviembre), celebrado por primera vez en 2003 en Australia. Es una movida que incita a los varones a dejarse crecer el bigote durante ese mes para luego asistir a encuentros y concientizar sobre temas de salud del hombre tales como cáncer de próstata o de testículo. El objetivo es recaudar dinero para ayudar en cada país a una o más instituciones dedicadas a luchar contra problemas de la salud masculina.
En el plano nacional, ¿sabías que el bigote fue símbolo del federalismo? En 1831, Rosas dijo “que todos los milicianos usen bigotes y los conserven mientras dure la guerra contra los pérfidos salvajes unitarios”. Aquella fue la orden para los militares federales se dejasen crecer el bigote. Los civiles partidarios también se adhirieron, y a la divisa rojo punzó se le sumó el bigote, para diferenciarse de los patilludos unitarios.
Con el correr de los años, el bigote se deshizo de la simbología política y se impuso como un accesorio de moda. Pero, ¿acaso alguna vez pensaste que una mata de pelo podía tener tanta carga histórica?