- noviembre 20, 2019
Historia del peine
El filósofo Marshall McLuhan establecía que la tecnología o cualquier instrumento son extensiones de nuestra fisiología: un auto es la extensión de las piernas; un libro, extensión de la voz. Para un o una profesional de la peluquería, es innegable que sus herramientas son extensiones de las manos. Y claro: efectivamente, los primeros peines fueron las manos.
El peine se usa para desenredar y ordenar el cabello, y en ciertos casos, para desparasitarlo. Su forma no ha variado mucho –todos tienen dientes, con más o menos espacio entre ellos, y algunos cuentan con la cola de rata para dividir el pelo– , pero evolucionó en pos de la ergonomía. Los arqueólogos descubrieron que los más primitivos eran de hueso, espinas de pescado, cuerno o marfil. En pinturas egipcias del año 5500 a. C. y tumbas romanas de la Antigua Roma se encontraron algunos que se usaban para decorar la cabeza. Los egipcios sustituyeron los materiales de origen animal por la madera, que era más fácil de tallar.
Fue la civilización egipcia, precisamente, la que se esmeró en desarrollarlo: inventó un peine doble, que tenía dientes lo suficientemente separados para desenredar y peinar, y también portaba dientes muy juntos, para desinfectar y arrastrar insectos que habitaban en el pelo.
Hasta 1976 las púas de los peines se tallaban a mano. En ese entonces ubicamos en el mapa a William Bundy, quién inventó una máquina con varias sierras paralelas para cortar y hacer peines. Otro avance significativo en la historia del peine sucedió gracias a Alexander Parkes, que en 1862, en una exposición internacional en Londres, recibió una medalla de bronce al presentar su proyecto: peines de plástico.
En el siglo XX, la unión del concepto del peine con la de los ruleros térmicos dio a luz al cepillo redondo. Los primeros fueron en madera y con cerdas naturales. Sin embargo, en los días actuales, se pueden apreciar cepillos más evolucionados: los Vanta son ideales para hacer brushing y alisados. Son ensamblados por dilatación, lo que garantiza su máxima calidad. Su tubo de aluminio mantiene y transmite el calor, lo que permite reducir el tiempo de secado del cabello y mantener el peinado intacto por más tiempo. Las cerdas de los cepillos Vanta están elaboradas con fibras de nylon para asegurar una mayor vida útil. El mango está reforzado con tornillos para un mejor agarre y durabilidad.